CAMPO DE BELCHITE: 15 PUEBLOS / 15 ELEMENTOS PATRIMONIALES
3. PLENAS
La heroína de los Sitios Manuela Sancho, hija de Plenas
Mercedes Penacho Gómez

 

La primera semana de julio de 1808 Zaragoza vivía inmersa en uno de los capítulos más cruentos e intensos de su historia. Fueron aquellas jornadas que llevarían a los aragoneses a proclamar “el vencer o morir” en la defensa de la ciudad, mientras nacía la leyenda y símbolo de la resistencia de los Sitios de Zaragoza, acuñados en el tiempo a través de la imagen épica de sus héroes y, de modo singular, de sus heroínas.

Los franceses habían llegado a Zaragoza desde Pamplona a mitad de junio de 1808, convencidos de una rápida toma de Zaragoza después de las victorias cosechadas en las batallas de Tudela, Mallén y Alagón días antes: ante un ejército formado mayoritariamente por labradores, desorganizados y sin instrucción militar, la victoria se preveía fulminante ante la Grande Armée. Pero la superioridad de los galos en campo abierto chocaría con la plaza de Zaragoza y con un pueblo encorajinado en su defensa, sitios que minaron la moral del ejército francés y aún dieron aliento para la resistencia de otros enclaves del país.

Una de las singularidades por la que esta resistencia ha pasado a la historia es por el papel que las mujeres adquirieron en la defensa de la ciudad, abundantemente documentada por testimonios de coetáneos y por los reconocimientos y certificaciones que en vida recibieron por las autoridades militares, y que hicieron que frente al anonimato al que quedaron las mujeres de las contiendas de la época, en Aragón pasaran a la historia los nombres de Agustina Zaragoza, María Agustín, Casta Álvarez, la condesa de Bureta, la madre Rafols o Manuela Sancho, hija de la localidad de Plenas, en la comarca de Campo de Belchite.

Como explica Francisco Ramiro Moya en ‘La participación femenina en los Sitios de Zaragoza’*, hubo una respuesta masiva de las mujeres por sumarse en la defensa de la ciudad, y su papel tuvo distintas finalidades. “Dicha participación se centró en labores logísticas y de apoyo a las tropas masculinas que hacían frente al enemigo francés. Sin embargo, la proximidad femenina a la primera línea de combate también les brindó la ocasión de sobresalir en las destacadas actuaciones militares que se desarrollaron durante los Sitios”, apunta Ramiro Moya.

Las biografías, el cine y la literatura han centrado la alegoría de las mujeres de la Guerra de la Independencia en Zaragoza más en la figura de Agustina de Aragón, quedando quizá las vidas de las otras heroínas más opacada.

Manuela Sancho nació el 16 de junio de 1784 en la casa familiar de Plenas, una construcción típica de labradores, hoy convertida en museo etnográfico dedicado a su figura, ubicado en la Calle Hoyo, número 30, en un extremo del municipio que en la época conformaba un pequeño barrio.

Fue la hija primogénita de Juan Antonio Sancho Artal y de María Bonafonte Yus, labradores acomodados. Recibió su nombre de San Manuel Mártir, uno de los santos del día 17 de junio en que fue bautizada en la parroquial del pueblo dedicada a Nuestra Señora de la Piedad. Con unos 750 habitantes y unas 200 casas, Plenas era en aquella época una villa próspera que pertenecía a la Comunidad de aldeas de Daroca.

Cuando Manuela cuenta 12 años la familia decide trasladarse a la ciudad de Zaragoza buscando más posibilidades de progreso con las nuevas infraestructuras construidas y la extensión de la huerta, y se instala en una vivienda del número 40 de la Calle Puerta Quemada, actual calle Heroísmo. Apenas cuenta 24 años cuando las tropas napoleónicas irrumpen en la capital. En ese primer Sitio su papel se centrará en tareas logísticas, pero en el segundo asedio con el recrudecimiento de la contienda llegará a tomar las armas defendiendo las filas en los ataques del Coso Bajo y la Calle Pabostre, y especialmente en el asedio al convento de San José. En febrero de 1809 cae malherida a causa de un balazo en el vientre, y es trasladada al Hospital de Nuestra Señora de Gracia, donde permaneció hasta la rendición de Zaragoza, el 20 de febrero de 1809.

La iglesia del Convento de San José tras el asedio de las tropas francesas. ‘Las ruinas de Zaragoza de Fernando Bambrila y Juan Gálvez’, en 1813.

 

El General Palafox le concedió el distintivo de la cinta encarnada y una pensión de media peseta diaria desde el 5 de enero de 1809 por su bravura y valentía en la defensa de la ciudad.

 

La vida después de los Sitios

 

Se casó tres veces y nunca tuvo hijos. En 1810 contrajo su primer matrimonio en la iglesia de San Pablo con el labrador acomodado Manuel Martínez, y años más tarde del fallecimiento de este, con el sargento Joaquín Tapioca, con quien vivió en el callejón de San Jerónimo, actual calle Laurel, y de quien volvería a enviudar en 1849. Cinco años después se vuelve a casar con el guarnicionero Santiago de San Joaquín.

La investigadora Nuria Marín Arruego, en su artículo ‘Manuela Sancho Bonafonte, Conversaciones de la heroína con el notario’*, perfila muchos aspectos de su vida en Zaragoza y de su carácter. Muestra a una mujer austera, que quería dejarlo todo atado y bien atado a su vejez y fallecimiento, y que llegó a testar en cuatro ocasiones. Estos documentos dan instrucciones específicas de los detalles de su entierro y epitafio, así como del reparto de su herencia, y rebelan a una mujer caritativa consciente de su soledad, y que quería ser recordada como heroína de los Sitios para la posteridad.

Pero Manuela Sancho, además de su pensión, recibió reconocimientos en vida, como cuando en 1862 la ciudad de Zaragoza pone su nombre a la calle Pabostría -hoy Manuela Sancho-, en recuerdo de su defensa por aquellas rúas durante los Sitios. De la época de aquel homenaje es la única fotografía que existe de ella, y de todas las heroínas de Zaragoza.

Falleció el 7 de abril de 1863, a las seis de la tarde, con 79 años de edad, y sus restos fueron llevados en comitiva fúnebre desde su domicilio al Cementerio de Torrero.

Con motivo del Centenario de los Sitios la Junta del Aniversario dispone la creación de la Capilla de las Heroínas en la iglesia del Portillo, donde son trasladados sus restos junto a los de Casta Álvarez y Agustina Zaragoza. En pleno siglo XIX, en 2022, los restos de las tres heroínas vuelven a ser exhumados para su estudio y la realización de un documental. Coincidiendo con este hecho el 21 de septiembre las tres mujeres volvieron a recibir otro gran homenaje por parte de la ciudad de Zaragoza, con la instalación de una capilla ardiente con las tres arcas funerarias, que fueron recibidas por representantes de la Corporación Municipal, de la Autoridad Militar, de las entidades relacionadas con Los Sitios y las autoridades eclesiásticas. Hubo una parada parada militar, y posteriormente en desfile trasladaron los restos de nuevo al panteón de la Iglesia del Portillo, escoltadas por la Policía Local, Unidades Militares, equipo investigador y entidades recreacionistas y autoridades.

      

El museo etnográfico dedicado a Manuela Sancho en la localidad de Plenas es el mejor modo de acercarse a la figura de la heroína, y de conocer más sobre su tiempo. Está habilitado en su casa natal y dividido en tres plantas en cada una de las cuales se pueden ver utensilios y mobiliario de la vida cotidiana de la época en una familia de labradores, abundante documentación sobre la vida y reconocimientos de la heroína, así como libros, publicaciones y creaciones en torno a su figura y a los Sitios de Zaragoza. Junto con la imponente iglesia parroquial de Plenas, de estilo barroco, conforman recursos más que justificados para recorrer la zona y hacer pervivir la memoria de las heroínas.

            

 

…………………

* Espai i historia,  ISSN 1132-9823, Vol. 48, Nº 1, 2020 (Ejemplar dedicado a: Mujeres en el hogar y en el combate), págs. 43-66

* Revista Aragón Turístico y Monumental, diciembre 2021.

    

Plenas 29 septiembre, 2022