Raro era el invierno que no nevaba con ganas en Fuendetodos. Cuando Francisco de Goya nació en la casa familiar de los Lucientes es seguro que el pequeño lugar estaba cercado, como todos los años, por un manto blanco que el cierzo se encargaba de amontonar en los ventisqueros. Hubo que esperar un mes, hasta finales de abril de aquel año de gracia de 1746, para acomodar en el carro familiar a la madre y al recién nacido y encarar las 8 leguas largas desde la primera cuna, en la Alfóndiga fuendetodina, hasta la definitiva, en la zaragozana Morería Cerrada, hogar de los Goya. La comitiva siguió fielmente el “camino de la nieve”, por la Balsa Miranda, Jaulín, la cuesta de “La Bajada”, el barranco de las Lienas y el vado del Paso de los Carros, salvando la Huerva poco antes de enlazar en María con el transitado Camino Real de Madrid, hasta la esperada entrada en la capital aragonesa por la puerta del Carmen.
Este carro familiar no sería otro que el que utilizaba el abuelo Miguel Lucientes para bajar la carga de “panes de hielo” de su nevera de la Val cuando le tocara el turno para el abastecimiento de nieve a la ciudad.
Nada menos que una veintena de neveras se contabilizan en Fuendetodos. Todas ellas apiñadas en torno al lugar. Algunas intramuros; la mayoría en el perímetro de eras y canteras de “piedra caracoleña” (calcarenita) que ciñe al pueblo por el oeste y solo cinco algo alejadas, pero sin superar el kilómetro de distancia. Se sitúan entre los 720 y 770 m de altitud, en el suave interfluvio Huerva / Lopín. Semejante número de pozos no tenía parangón en Aragón – ni tan siquiera la sierra del Moncayo contaba con semejante concentración- y habría que viajar a Sierra Espuña, en Murcia, para encontrar tal cantidad.
Conjunto de pozos de nieve de Fuendetodos (en verde, localización aproximada). [Héctor Arcusa & José L. Ona, basado en el croquis de Gonzalo Torres]
Sin duda era conocida la pequeña aldea encaramada a los primeros pliegues de la Cordillera Ibérica como “el pueblo de la nieve” en tiempos de Goya, antes de que la fama posterior del pintor la asociara eternamente a su memoria.
Dos son la razones esenciales para que Fuendetodos compitiera ventajosamente con otros centros “productores” de nieve en el abastecimiento de la ciudad de Zaragoza y de otras poblaciones de su entorno. En primer lugar la altitud reseñada, que permite durante la “Pequeña Edad del Hielo” una innivación suficiente a esa cota. Pero con ser la “cosecha” de nieve factor básico, se necesita una buena conexión mediante caminos carreteros hasta los centros de consumo. El camino de la nieve fuendetodino se alargaba unos 42 km hasta Zaragoza, con la ventaja de salir desde el mismo pozo con el carro cargado. Las aproximadamente 8 horas de viaje permitía que las mermas fueran económicamente soportables. Otras zonas de semejante altitud y distancia respecto a Zaragoza, como la sierra de Alcubierre, carecían de caminos carreteros hasta sus cumbres, por lo que no comerciaron nieve. La del Moncayo y aledaños debía de transitar casi el doble de distancia, siendo las primeras leguas a lomos de caballería, por lo que finalmente se impuso en Zaragoza la nieve fuendetodina, cuyos productores –agremiados en una “Junta de neveros”- podían salir con el carro cargado 24 horas después de recibir el aviso del arrendador del abasto de nieve de Zaragoza y descargar en las neverías de la ciudad a la madrugada siguiente.
Al contrario que en el resto del territorio, donde ciudades y señores pugnaban por el control de tan rentable comercio, en Fuendetodos ni el conde de Fuentes, como señor temporal, ni el concejo controlaban los proceso de producción y comercialización. La construcción de un pozo no estaba al alcance de cualquiera. A la propiedad del predio habría que añadir la apertura de un pozo de unos 6 m de diámetro y otros tantos de profundidad en la dura “piedra caracoleña”, con cuyo material se elevaba una estructura cónica de otros tantos metros de altura. Súmese el permanente mantenimiento y la posesión de carros para el transporte a largas distancias. Así se entiende que el gremio de neveros lo integraran mayoritariamente infanzones y algunas familias del “estado llano”.
La propiedad de la nevera, transmitida en herencia como cualquier otra finca, solía estar dividida en partes (en el “Amillaramiento” de 1846 incluso hay propietarios de una décima parte de nevera debajo de la Parada, o tres cuartas partes de la nevera de la Obra de los Moros.). La presencia de 20 estructuras tan llamativas otorgaron durante más de tres siglos un toque especial al perfil urbano de Fuendetodos.
Surgida al amparo de la “Pequeña Edad del Hielo”, esta actividad entra en decadencia a fines del XIX y como consecuencia fueron arruinándose poco a poco las airosas cúpulas, mientras que algunas neveras se convertían en muladares y basureros. De todo el conjunto solamente un ejemplar, la nevera de la Culroya, llegó completo a nuestros días, aunque fue necesario limpiar el pozo de basuras y consolidar su remate para facilitar las visitas. Fue por entonces, hacia 1993, cuando Gonzalo Torres completó su labor pionera realizando el primer inventario de neveras de Fuendetodos. Poco tiempo después el equipo “Camino Real” desescombró las neveras de La Roza y del Calvario, consolidando los restos de la bóveda de esta última, que acaba de ser reconstruida por una empresa privada, facilitando así su visita. El “Sendero Educativo” articula desde 1998 una visita “autoguiada” de 3,1 km por el entorno urbano de Fuendetodos hilvanando diversos referentes del rico patrimonio local, y entre ellos las neveras del Barranquillo, la Culroya, Calera del Tío Faustino, la Roza, la Obra de los Moros y, finalmente, la del Calvario, todas ellas con sus respectivos paneles explicativos.
Siguiendo la estela de la recuperación de este particular patrimonio en 2020 el arqueólogo Héctor Arcusa, por iniciativa municipal y financiación privada, ha excavado con metodología científica la nevera del “Pilón Bajo”, a 800 m al este del núcleo urbano, que será reconstruida con fines culturales. Así, esta nevera relacionada estrechamente con la familia de Goya, se convierte en modelo a seguir para la recuperación de otros ejemplares. Algún pozo, dado por desparecido, se ha podido localizar gracias a la consulta de antiguos catastros. Tan singular conjunto merece ser dado a conocer, tanto por su valor arquitectónico, como por ser ejemplo palpable de le evolución del clima y del aprovechamiento de los recursos naturales.
Fuendetodos, cuna de Goya… y “pueblo de la nieve”.
Vista cenital de la nevera de la Culroya (foto dron: J. Romeo)
(Calvario 2018 julio) Inicio de la reconstrucción de la nevera del Calvario (Foto: José L. Ona, 11-7-2018).
(Octubre 2018 Calvario terminada) La nevera del Calvario recién terminada la reconstrucción. (Foto: José L. Ona, 15-10-2018).
Proceso de excavación arqueológica de la nevera del Pilón Bajo (foto: José L. Ona, 9-6-2020)
Nevera del Pilón Bajo. Foto cenital del proceso de excavación arqueológica (Foto dron: J. Romeo)
La nevera del Pilón Bajo tras su excavación y consolidación. (Episodio de nevada en enero de 2021. La nieve se concentra en el camino viejo de Belchite, de donde se extraía para empozar la nevera.)
Foto: José L. Ona, 17-1-2021].
Nevera del Pilón Alto, ejemplo de nevera hundida sin excavar. (Foto: José L. Ona, 14-2-2020)