Azuara

La intervención de lo Real. Reinterpretaciones de las Pinturas Negras de Goya
2/15 — AZUARA. Átropos o Las Parcas. Rafael Navarro

 

DANZA MACABRA

© Museo Nacional del Prado

FRANCISCO DE GOYA. FRANCISCO DE GOYA: ÁTROPOS O LAS PARCAS
Las parcas es una de las Pinturas Negras donde los personajes vuelan (tal como en Asmodea). Las parcas de los romanos, o las moiras de los griegos formaban junto a sus hermanas las furias o erinias, dos tríos de mujeres terribles, vestigios del mundo de los dioses antiguos. Esta pintura también recibe el nombre de Átropos, que es el de una en concreto de estas moiras, la dueña de la tijera, la que cortaba el hilo de la vida de los hombres. En la Roma antigua se la identificaba directamente con la Muerte. La parca o la muerte era la misma que invitaba a bailar a hombres y mujeres de toda condición en las “danzas macabras” que proliferaron en la Baja Edad Media.

Las parcas de Goya son un trío siniestro de torturadoras que arrebatan de la tierra a un pobre sujeto maniatado. Este sujeto podría ser un hombre individual, pero también representar a los españoles, como país torturado, o la Humanidad en general. Las parcas clásicas podían ser terribles, pero le daban a cada cual su merecido, corregían la vanidad de los poderosos. Zeus mismo estaría sujeto a ellas, según algunos. Las de Goya, en cambio, parecen secuaces del poder y se ensañan con las víctimas.

No es irrelevante que a las parcas goyescas las alumbre la Luna, pues su culto procede, según Robert Graves, del de la vieja y triple diosa lunar. El inocente paisaje sobre el que vuelan podría ser el de una fiesta rococó, su presencia no es una fantasmagoría, sino la revelación de lo real y lo fatídico en el espejismo cotidiano.

RAFAEL NAVARRO. LA DANZA DE LA VIDA Y DE LA MUERTE, 2003

La obra de Rafael Navarro oscila entre los extremos de la quietud y del movimiento. Son dos modos de medir el tiempo y de conducir la realidad a otros términos. En la quietud se juega al mostrar, que siempre es ocultar; en el movimiento, el frenesí borrar las facciones, dibuja una abstracción. El carácter clásico de su fotografía, que lo emparienta con lo mítico, tiene que ver su obsesión por esquivar los rostros, por eludir lo coyuntural, y ocuparse a la par de lo momentáneo y de lo eterno.

Rafael Navarro plantea en esta imagen una danza de la vida y de la muerte, ejecutada por una mujer a quien su cabellera vela el rostro. Su movimiento frenético provoca, al congelarse, la sugerencia de una calavera.

Entre las parcas o moiras, el fotógrafo ha elegido la más terrible. Esta diosa de Rafael Navarro es atemporal, y danza como se danzaba en los antiguos ritos, los llamados misterios, danza como una posesa, en un éxtasis que revela las verdades de la existencia. También la fotografía, como disciplina, porta en sus manos una tijera con la que decidir cuándo detener el tiempo, cortar en un punto el hilo de la vida, fijarlo, presentarlo como un enigma.

UBICACIÓN: BAJO LA IGLESIA DE AZUARA

Las parcas es una de las dos Pinturas Negras que se apoyan (explícitamente) en mitos de la Antigüedad Grecolatina. No es casualidad que se haya elegido para mostrarse Azuara, pensando en que allí se conserva (y podrá admirarse en breve) el maravilloso mosaico de las Bodas de Cadmo y Harmonía, reunión de los dioses del Olimpo, en la villa romana de La Malena.

Dentro del casco urbano de Azuara, el lugar elegido es privilegiado, un muro sobre el que se alza la iglesia, un imponente ejemplo de los templos fortaleza del mudéjar aragonés.

RAFAEL NAVARRO (Zaragoza, 1940)

Rafael Navarro contó entre los creadores de la nueva fotografía española. Pertenece a la generación de “Nueva Lente”, a la que da nombre una revista nacida en 1971. Desde entonces y hasta ahora, su trabajo ha sabido mantenerse vivo, respaldado por un inusual nivel de exigencia.

Muchas de las exposiciones que han hecho recuento de la Fotografía Contemporánea, a lo largo de cuatro décadas, tanto a nivel nacional como internacional, incorporan su nombre.

La exposición “Cuerpos Iluminados” (2006) que pudo verse en La Lonja de Zaragoza y el MEIAC de Badajoz representó un resumen, altamente significativo, de su obra. El desnudo femenino era el protagonista principal de esa muestra antológica. Este motivo se asocia, en Rafael Navarro, a un alto grado de abstracción. El cuerpo puede asimilarse al paisaje, pero además, tanto las luces y las sombras, como la piel y las texturas de la tela o de las piedras, intervienen como elementos de un lenguaje poético.

Esta exposición-inventario precede a otra exposición importante: “A destiempo”, que se vio en el Paraninfo de la Universidad de Zaragoza y en el Museo de la Universidad de Alicante en 2011. Hasta ese momento, Rafael Navarro se había limitado a la fotografía “química” y al blanco y negro, caracterizándose por una pureza impecable en su tratamiento. En esa exposición sorprendía con imágenes digitales y en color.

En 2013, Rafael Navarro es el primer fotógrafo que obtiene el Premio Aragón Goya, máxima distinción a la carrera de un artista aragonés. A raíz de este premio, se organizaría en el IAACC Pablo Serrano de Zaragoza la exposición “Polifonías” (2016).

Es miembro de la Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis de Zaragoza, donde fue recibido en 2016.


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